Hace muchos años todos los planetas
se rebelaron contra el sol porque no querían ser dirigidos por él.
En esta rebelión el sol amenazó a los planetas con apagarse y
quitarles la vida a todos. Los planetas no pudieron competir con su poder y el sol se proclamó el rey de esta galaxia. A partir de entonces todos los planetas tuvieron que girar a su alrededor.
Un día el sol, observando a sus
súbditos, se percató de uno de ellos, de color verde y azul,
llamado Tierra. Esta visión le provocó un flechazo a primera vista
y se fue enamorando de ella cada día más. El sol un día reunió la
suficiente valentía y fue a hablarle y preguntarle si quería estar
con él para siempre y ser felices los dos gobernando. La tierra se
quedó asombrada ante tal proposición y de inmediato recordó lo que
le había obligado a hacer. Por eso prefirió quedarse con los otros
planetas, aunque fuera una súbdita del sol. El rey no esperaba tal
respuesta y se sintió defraudado al ver que su amada no quería
estar con él ni compartía sus mismos sentimientos.
Debido a esto el sol cada mañana al
levantarse llora sobre su amada haciendo que sus lágrimas de oro
caigan sobre las frutas que crecen en el levante.
Así se explica
por qué las naranjas tienen ese color.
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