Historia de un suicidio. Accésit


Ésta es la historia de Ana. Ana siempre fue la niña feliz que saltaba a la comba en el jardín, que tenía muchos amigos, daba besos a todos y era cariñosa con los profes. Ella siempre sonreía; era fuerte, alta, guapa, lista. Parecía como una pequeña princesa pero su historia terminó.
Todo empezó con el ascenso de su padre. No tuvieron que irse muy lejos; pero, todo cambió. Se despidió de sus amigos, de su casa, del cole...Dejó atrás todo y aún así seguía con una gran sonrisa en la cara. Aunque todo fue de mal en peor...
Sus padres se pasaban el día trabajando y no tenían tiempo para nada. Discutían por todo y cualquier mínimo detalle era motivo para empezar la guerra.Ella intentaba olvidarse de eso, se metía en su pequeño armario y ponía la musica a tope para no oír los gritos de sus padres; pero era como si su corazón tuviese un sexto sentido y oyese cada palabra, cada golpe, todo el odio que se lanzaban el uno contra el otro... y eso le dolía.
Su primer dia en cole nuevo fue lo peor. Sintió que todos la miraban mal, que la evitaban, que la acechaban en cada esquina. Se sentía confusa, odiada, insegura y lo peor esque no sabía por qué. Ella solo había entrado con ganas de comerse el mundo y ahora se la estaban comiendo a ella. Notaba sus risas en la espalda, los pequeños empujones cuando se cruzaba con alguien. Eso no le podía pasar a ella. Se juró a sí misma que mañana no permitiría ni la más pequeña burla... pero se equivocó.
Nada más llegar la estaban esperando. La insultaron, le dijeron de todo,la llamaron gorda,fea...La humillaron y la torturaron hasta el punto en que se fue llorando. Se encerró en el baño y llamó a su madre. Apagado. Se perdió varias clases y se fue a casa. Estaba sola. Puso la tele un poco y almorzó. Después se miró para ver si estaba tan gorda como decían. Se sintió horrible. Se dió asco. Corrió al baño, se metió los dedos en la garganta y vomitó. Estaba demasiado gorda. Poco después llegaron sus padres, de nuevo discutiendo y Ana se fue a dormir.
El día siguiente fue igual que todos: los insultos, los golpes, las burlas. Se pasaba los recreos sola en una esquina del patio. Se dio cuenta de que ya no tenía amigos. Se puso a llorar. Todo fue por su culpa y empezó por su culpa, tenía que castigarse. Cogió el cutex de la mochila y se hizo un corte, empezó a salir sangre y a dolerle pero por un segundo see sintió bien. Debía estar loca pero, le gustó. Cuando llegó a casa cogió la navaja y empezó a cortarse. Cada corte que hacía era más profundo. Definitivamente estaba loca.
Pasaron unas semanas y todo seguia igual. No supo cuál fué el momento en que hizó algo malo ni cuando le pareció todo tan gris. Ya no era la chica risueña que hablaba con todos, se convirtió en una chica triste, solitaria. Era como una mariposa, frágil y delicada, a la que cualquier mínimo detalle podía romper su pequeño corazón. Ahora lo único que la hacía feliz era sacar la navaja y matarse a sí misma. Se sentía fea, horrible. Veía que todas las chicas tenían una cara bonita y ella solo cicatrices en las muñecas. Le dolía la garganta de tanto vomitar.
Hacía siglos que nadie la abrazaba, le daba un beso o le decía que la quería. Se sentía tan sola, tan mal. Nadie la quería... Cada día iba peor... Sus padres estaban al borde del divorcio, su estómago estaba cada vez más vacío y sus brazos más rojos, pero eso iba a acabar pronto.
Un día como otro cualquiera pasó lo peor. En la hora de gimnasia la encerraron en el pequeño cuartito del material y la dejaron allí hasta que su garganta estaba al rojo vivo de tanto chillar. Gritó y pataleó todo lo que pudo pero ellos solo se reian. Cuando la soltaron se fue corriendo a casa. Nunca se había sentido tan mal. Se encerró en su cuarto y lloró, lloró como nunca lo hizo. Se habian pasado con ella, no se lo merecía, necesitaba relajarse. Empezó cortando solo un poco, pero cada vez lo hacía más fuerte. Se puso a pensar en todo, estaba contenta, triste, relajada, nerviosa. Estaba bien y mal. Era su hora...
Ella lo había intentado, intentó luchar pero sus demonios eran más fuertes que ella. La sangre estalló en sus venas como un volcán de placer y dolor. Se estaba yendo poco a poco. Sus ojos empezaron a cerrarse y su llanto cesó. La navaja cayó de sus manos y y salpicó la sangre del suelo. Se fue. Su alma dijo adiós y por fin descansó en paz.
Despertó días después de esa horrible pesadilla. Lo primero que vio fue una enorme pared blanca que rodeaba la estancia. ¿Dónde estaba? Oyó un leve murmullo a lo lejos y vio como la puerta se abria. Entró su madre llorando y detrás su padre con unos papeles. Ana no entendía nada. ¿No se supone que había muerto? Sus padres la abrazaron y no dijeron nada . Hacía mucho que no sentía el calor de un abrazo. Lloró, no eran lágrimas de tristeza ni de alegría, eran solo lágrimas, ya no sentía nada.
Poco después entró un hombre mayor y empezó a hablar con ella, le contó lo que había hecho, lo que estaba pasando, cosas que ya sabía y que no le hacía falta recordar. Le dijo que ya había pasado todo y que estuviese tranquila pero el compulsivo movimiento de su pie no estaba de acuerdo. El hombre se fue, Ana se puso su ropa de siempre y se arregló un poco. Pasaron los días. Sus padres venían a cada hora a verla y ella empezó a comer con normalidad, como lo hacía antes. No habló con sus padres de todo lo que había pasado, seguramente ellos ya lo sabrián todo y no es cuestión de hacerles sufrir más. Pasaro algunos días y le dieron el alta. Volvió a su casa, pero no a la casa en la que por poco pierde la vida, sino en la que fue feliz y vivió durante tanto tiempo. Sus amigos la estaban esperando, se fundieron todos en un gran abrazo y se le escapó una pequeña carcajada.
Ahora sí que se sentía bien; pero bien de verdad, no como antes. Todo había pasado, apenas se le notaban las cicatrizes y su cuerpo volvió a ser como antes. Ya había pasado todo, ya está se acabó, no tendriá que volver a ir a ese horrible instituto, ni sus padres volverián a ignorarla. Volvió a ser la chica que siempre fué.
Después de la tormenta vino la calma. Descubrió que ella es la unica que iba a estar ahi para siempre y que nadie podría cambiarla si no lo permitía, que solo ella podía decidir quien era y qué quería en la vida. Aprendió a quererse y a valorarse. Era única, era ella, era Ana.

HAZEL GRACE.

1 comentario:

  1. Me recuerda a bajo la misma estrella, un libro de John Green, por el nombre de la protagonista ( el mismo que la de "Un dolor imperial" ) y por el de la supuesta escritora, que es el de la protagonista de Bajo la misma estrella. Recomiendo este libro!!!

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