Había una vez un dios llamado Eurides,
que estaba enamorado de la diosa Tierra y constantemente iba detrás
de ella intentando llamar su atención, pero ella no estaba
interesada en él. Tierra era tan hermosa que enamoraba a todos,
también a la Luna. Pero la diosa solo amaba al Sol. Ambos, Sol y
Tierra eran tan apuestos y fuertes que el dios Eurides sentía una
envidia incontenible. Un día se enfadó tanto que los maldijo y los
mandó al espacio convirtiéndolos en unos cuerpos celestes que
giraban uno alrededor de otro, pero que nunca se tocarían.
No hay comentarios:
Publicar un comentario